La operación de rescate en una mina de oro abandonada en Stilfontein, al noreste de Sudáfrica, concluyó el jueves con un balance de 246 mineros ilegales rescatados y 87 fallecidos. Los mineros, conocidos localmente como «zama-zamas», habían estado atrapados bajo tierra durante meses, enfrentándose a la inanición y la deshidratación.
La operación, que comenzó el lunes pasado tras una orden judicial, implicó el uso de una jaula especializada para bajar a profundidades de hasta 2.100 metros. Los rescatistas, equipados con cámaras, realizaron un último barrido en busca de cualquier signo de vida. A pesar de los esfuerzos, solo se encontraron restos humanos en las últimas inspecciones.
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La crisis comenzó en noviembre de 2024, cuando las autoridades cortaron el suministro de alimentos y agua a los mineros ilegales en un intento por forzar su salida. Esta medida generó críticas de grupos cívicos y activistas, quienes argumentaron que las autoridades no hicieron lo suficiente para evitar la tragedia.
El Tribunal Superior de Pretoria ordenó finalmente el rescate tras meses de presión policial y comunitaria. Durante la operación, los mineros fueron detenidos por cargos de minería ilegal y violación de las leyes migratorias. Algunos sobrevivientes, gravemente desnutridos, tuvieron que ser ayudados para subir a las ambulancias.
El segundo partido político más grande de Sudáfrica ha pedido una investigación independiente para determinar por qué la situación se salió de control. Mientras tanto, los equipos de rescate y la policía permanecen en el terreno, evaluando la situación y asegurando que no queden más mineros atrapados.