La historia de Tiger Woods parece hecha para el guión de una clásica película de Hollywood, desde su talento para revolucionar el golf por su técnica hasta por los cambios sociales que produjo su aparición, pero también desde su fortaleza anímica para sobreponerse a infinidad de lesiones, accidentes y a su crisis matrimonial, luego de que se le comprobaran sus múltiples infidelidades.
Para muchos, Woods dejó tal marca en el golf, con sus quince majors ganados a lo largo de su carrera profesional, y su particular carisma, que sólo es comparable a monstruos del deporte como el ex boxeador Mohammad Alí y el ex basquetbolista Michael Jordan, con quien mantiene amistad. De hecho, es considerado uno de los mejores golfistas de todos los tiempos junto a Jack Nicklaus y Ardold Palmer.
Su éxito fue tal que llegó a ser el primer deportista en alcanzar los mil millones de dólares de ganancia, el más joven y el primer golfista afrodescendiente en ganar el Masters de Augusta y once veces el jugador del año de la PGA. Se le atribuye haber cambiado la forma de jugar al golf, con una técnica más apoyada en lo físico para lo cual se preparó con pesas y otras ejercitaciones poco frecuentes en ese ámbito.
Es el segundo jugador con más majors de la historia, detrás de Nicklaus. Tiene cinco Masters de Augusta, tres en el Abierto de los Estados Unidos, tres en el Abierto Británico y cuatro en el Campeonato de la PGA, además de ocho triunfos en el WGC-Bringestone Invitational, siete en el WGC-Campeonato Cadillac, tres en el WGC-Match Play y tres en el Tour Championship, y junto a Rory Mc Illroy es el único en ganar dos veces la FedEx Cup. En total, tiene 82 torneos del PGA Tour, igualando la marca de Sam Snead con 184 top 10. En el European Tour obtuvo 41 victorias y 90 top 10.
El hecho de que Woods, siendo afrodescendiente, haya podido generar un fenómeno de masas de un deporte que no sólo era cerrado como ámbito sino que era frecuentado por blancos socialmente acomodados, lo coloca en un lugar especial pero aún más cuando, como en estos días, vuelven a generarse dudas sobre si a los 45 años podrá seguir jugando, luego de otro accidente con su automóvil ocurrido el pasado 23 de febrero, cuando se salió de la carretera en Los Ángeles con su camioneta SUV Génesis GV80 modelo 2021.
Uno de los últimos partes médicos sobre la salud de Woods indicó que el tratamiento recibido debido al accidente requirió de la inserción de una varilla de metal en la tibia y tornillos para fortalecer los huecos del pie y el tobillo- había sido “un éxito” y que se encontraba “de buen humor”.
Eldrick Tont Woods nació en Cypress, California, el 30 de diciembre de 1975 en un hogar que era un verdadero crisol de razas. Su padre, Earl, de origen afroamericano, aunque con ascendencia china y amerindia, y veterano de la guerra de Vietnam, lo apodó “Tiger” en honor a un compañero de armas, Nguyen Phong, que le salvó la vida. Su madre, Kultida, de origen tailandés y con ascendencia china y holandesa.
Con su padre tuvo sus idas y vueltas. Gracias a su afición por el golf, Tiger se acercó a este deporte cuando no tenía ni diez meses de vida y se extasiaba al verlo arrojar pelotitas hacia una red. “Un día lo bajé de su sillita –recuerdó Earl para una serie sobre su hijo-, caminó, se preparó y golpeó la pelotita, y me dije ‘Dios, tengo algo especial’.
Ya cuando Tiger tuvo dos años, en 1978, lo llevó a un campo de golf y al poco tiempo apareció como invitado en la TV en el programa “El Show de Mike Douglas” donde todos se asombraron de sus golpes y hoy se lo repite tanto como premonitorio, con un parecido a aquella visita de Diego Maradona el show de Pipo Mancera en la Argentina, y con sólo cinco años, fue resaltado en el “Golf Digest”. Al detectar su talento precoz, Earl se mentalizó en sacar de “Tiger” un campeón, para lo cual fue creciendo como figura potente alrededor de su hijo, a lo que poco tiempo después, desde un rol de reafirmación, se sumó su esposa Kutilda.
Earl pretendía generar en Tiger un efecto al estilo de Buda o Gandhi: fortalecer su mente planteándole estratagemas como hablar y hacer ruido mientras practicaba para que ya no tuviera ningún tipo de obstáculos. En esos años, a Tiger lo desesperaba esa presión de su padre.
Su maestra Maureen Decker recordó para un documental la vez que Tiger le pidió que le preguntara a su papá si podía jugar a algo diferente que al golf. Ella le dijo que sería bueno para el chico, pero él se negó.
Su primera novia, Dina Parr, dijo que a él le gustaba mucho estar en casa de ella donde podía ser él mismo, y mostró videos caseros en los que él aparecía encantado, cantando y bailando con mucha gracia, pero una noche él mintió a sus padres para estar con ella y ellos lo consideraron peligroso para sus objetivos. “¡Va a embarazarse y lo va a arruinar todo!” gritó Earl y lo obligó a dejarla mediante una carta, que leyó: “Ni mis padres ni yo queremos volver a hablarte nunca”.
Toda esa presión hizo por fin efecto en los noventa cuando Woods ya apareció como el mejor golfista amateur del país al ganar el Torneo Amateur de los Estados Unidos de 1994 con 18 años, luciendo una camiseta a rayas horizontales y un exótico sombrero panamá.
A partir de allí, su avance resultó imparable, especialmente cuando decidió ingresar al profesionalismo en 1996 cuando a los tres meses ganó dos torneos con una mente brillante y un swing violento, que fue generando adhesiones y cada vez más fervorosos seguidores hasta que justamente por esos tiempos el Masters de Augusta (Georgia) abolió la prohibición de que participaran negros y en 1997, Woods fue el primero en ganarlo, con una distancia de doce golpes sobre el segundo (la mayor de la historia en la competición) y con el marcador más bajo, y se convirtió en la persona más joven en ganare un major. El momento de gloria llegó cuando Nick Faldo le entregó por primera vez la tradicional chaqueta verde.
Lo que vino después de ese título fue un auténtico estallido. Aparecieron los sponsors que olfatearon enseguida el fenómeno, como Nike o EA Sports, que lo captó para el videojuego que desarrolla con licencia del PGA Tour con su icónica vestimenta con su niqui rojo con gorra y pantalones negros y puso su nombre en la tapa. Sin embargo, no todo había sido tan dulce hasta ahí: Pete McDaniel, amigo de su familia, contó que la noche previa a su triunfo había recibido amenazas raciales y que le habían gritado “la palabra que empieza con N”, en referencia a la impronunciable “Niger” en los Estados Unidos.
Una vez que Woods se impuso como marca, no se detuvo. Siguió perfeccionando su swing ejercitándose con pesas, lo que a su vez modificaba la técnica de su golpe y así fue transformando un deporte esencialmente técnico en otro con un mayor soporte físico, y de a poco, la televisión se fue interesando cada vez más en el fenómeno como nunca antes había ocurrido.
Sin embargo, no volvió a ganar un torneo del Gran Slam hasta 1999 con el Campeonato de la PGA, al derrotar al español Sergio García, y ya en 2000 se quedó con tres de los cuatro majors del año, algo que nadie había conseguido desde Ben Hogan en 1953. En Pebble Beach, California, obtuvo el Abierto de los EEUU por un margen récord de quince golpes y empató el marcador más bajo de la historia del torneo. Un mes después ganó el Abierto Británico en Saint Andrews, la cuna del golf, y completó un momento sensacional al vencer también en el Campeonato de la PGA tras un formidable duelo con el desconocido Bob May.
Ya con su triunfo en el Masters 2001, Woods pasó a ser el único jugador en ganar los cuatro torneos del Gran Slam al mismo tiempo, aunque muchos no lo consideran porque algunos los obtuvo en años distintos.
Su popularidad era tal que en ese mismo 2001 escribió un libro que es el más vendido en la historia del deporte, “How I play golf” (Cómo juego al golf) con 1,5 millones de ejemplares. Su influencia en el mundo de este deporte hizo que los premios subieran de manera considerable (en su primer major en 1997 ganó 486.000 dólares y en 2005, por el mismo torneo, se llevó 10.260.000). Según la revista “Forbes”, en ese año fue el deportista mejor pagado del mundo con 87 millones de la moneda estadounidense.
Si bien su figura ya era mundial, para 2002 comenzaron las lesiones, que en el futuro lo tendrían siempre a maltraer. Los primeros problemas los tuvo con su rodilla izquierda y seguía consiguiendo adhesiones, incluso de grandes figuras de otros deportes, como el basquetbolista de la NBA Charles Barkley, quien se quejó poco antes de la edición de otro Masters de Augusta, el tercero que terminaría ganando Woods, cuando se enteró de que la organización pretendía cambiar el campo. “No quieren que gane otra vez Woods, no es casualidad que intenten cambiarlo, no quieren que gane alguien de raza negra”. Woods dijo que jugaría de todos modos, políticamente correcto.
Tiger aparecía con una notable imagen ganadora para el sistema, a lo que le siguió en 2004 su casamiento con la modelo sueca Elin Nordegren, niñera del golfista sueco Jesper Parnevik, quien los presentó, en una ceremonia secreta en Barbados. Buscaba dar una imagen de integración aunque todo iba demasiado rápido. Tenía muchos desencuentros con su padre, era multimillonario, pero seguía atormentado por dentro y sin privacidad alguna, perseguido por los paparazzi.
Su amiga Amber Lauría contó que ni siquiera la dulzura de su hogar con su esposa Elin pudo espantar sus demonios interiores e intentó escapar de todos los modos posibles. Comenzó a frecuentar los casinos de Las Vegas, convirtiéndose en un jugador metódico y también veía seguido y se hizo amigo de otra gloria del deporte, Michael Jordan y así, fue emprendiendo una doble vida de padre de familia por un lado y Casanova por otro.
Con su status de triunfador en el deporte, las tarjetas black y la vida de lujo, sus infidelidades se hicieron reiteradas y según un documental sobre su vida emitido por la cadena HBO llegó a acostarse hasta con 121 mujeres, casi todas ellas rubias, como contó Loredana Jolie, prostituta que lo atendió y que agregó que le gustaban con aspecto de colegialas y que desfilaban por un solo cuarto y por las que llegaba a pagar cifras de seis dígitos.
Estos rumores terminaron confirmándose cuando en uno de sus tantos viajes a Las Vegas, un cronista encubierto del tabloide amarillista “National Enquirer”, siguió hasta su habitación a una de su amantes, Rachel Uchitel y publicó la información, que no causó tanto revuelo en una primera etapa, pero sí mucho más cuando el 27 de noviembre de 2009 el golfista tuvo un accidente con su coche a la salida de su casa de Florida con su Cadillac Escalade y apareció con unos cortes en la cara aunque enseguida fue dado de alta. Se descubrió entonces que todo se había iniciado en una pelea por una escena de celos de su esposa. Allí comenzaron a aparecer decenas de amantes y estalló uno de los más sonados escándalos sexuales de los últimos tiempos.
Woods ya venía de otro golpe que fue de los más duros para él cuando en 2006 falleció su padre Earl, de lo que, además, se enteró por una llamada telefónica de su madre, aunque en ese momento, su reacción fue quedarse callado. Aquella vez, no pasó por primera vez el corte para jugar un major. Los médicos le habían aconsejado que no jugara ese torneo porque tenía la rodilla reventada, pero no les hizo caso. Sus problemas físicos fueron generando otra adicción, además del sexo: los opioides, como resultado de tanta ingestión para remediar sus continuos dolores de espalda y rodilla.
Si bien en 2008 pudo ganar su tercer Open ése a una rotura de ligamentos y con su rodilla rota (se había caído) y luego no jugó por ocho meses, y en octubre de 2009 demostró su capacidad para el juego en equipos al vencer en la Copa Presidentes (similar a la Ryder Cup pero en la que Estados Unidos se enfrenta al resto del mundo a excepción de Europa), las lesiones y en especial la difusión de su escándalo de infidelidad determinaron que el 11 de diciembre de 2009 anunciara una retirada del golf por tiempo indefinido y en 2010 acabó divorciándose de la madre de sus dos hijos.
Retomó la actividad el 5 de abril de 2010 con la disputa de un nuevo Masters de Augusta. Y en 2012 volvió a ganar torneos como el Ardold Palmer Invitational, el memorial Tournament y el AT&T National, siendo el jugador con más victorias en el año aunque no pudo cerrar el liderazgo que llegó a tener en dos majors como USA Open y el PGA Championship y ya en 2013 obtuvo el primer lugar de la clasificación de la FedEx Cup y de la clasificación mundial, desplazando al norirlandés Ian McIllroy
Luego estuvo parado por más de un año por una operación en la espalda –dormía con somníferos- y perdió el corte en tres de los cuatro majors y regresó en diciembre de 2016 pero jugó muy pocos torneos, terminó en el puesto 15 de 18 participantes, y en febrero de 2017 se retiró del Dubai Classic por problemas en la espalda. Lo de Woods era una continua lucha contra las lesiones pero se obsesionaba con regresar al juego, dando una imagen única de tenacidad, si bien desde el estado físico todo le resultada muy complicado.
Tras una tremenda primera ronda de 77 golpes, y una cuarta cirugía de espalda en abril, fue arrestado y encarcelado por un breve lapso en mayo de 2017 en Júpiter, Florida, por sospechas de conducir bajo la influencia de sustancias psicoactivas, cuando lo encontraron dormido al volante aunque dio cero en alcohol. Sin embargo, el análisis de orina reveló una asombrosa mezcla de dos analgésicos distintos, dos somníferos y THC en su organismo. Casi no podía mantenerse en pie ni entendía lo que le decían, una imagen absolutamente contraria a la anterior, tan ganadora y que arrastraba multitudes.
Un mes más tarde reconoció que recibía tratamiento profesional para manejar los medicamentos contra el dolor y el insomnio, y en octubre se declaró culpable de conducir con imprudencia. Le otorgaron la libertad condicional con trabajo comunitario y pruebas aleatorias de droga y alcohol.
Retornó definitivamente al circuito en 2018, y cuando pocos creían que podía siquiera mínimamente retornar a su extraordinario nivel anterior, ganó el PGA Tour Championship desatando una especial euforia en sus seguidores. Muchos que lo rodean destacan que ya se había convertido en mucho mejor padre, más dedicado a sus hijos y mucho menos ausente y que por primera vez había alcanzado cierta paz que nunca había tenido.
En una de las entrevistas que concedió tras su inesperado y exitoso regreso, le preguntaron qué había sentido después de tanto tiempo y se miró al espejo. “Bueno, no me podía mover –respondió-. No podía llegar al espejo porque no me podía levantar. Estuve necesitando ayuda para caminar por la casa, el baño, todo y así fue por un largo período y estoy agradecido porque esos días oscuros quedaron atrás y Sam y Charlie (sus hijos) me pudieron ver ganar”. Se le habían ido los patrocinadores, el caddie y estaba en el puesto 1190 en el ranking, habían dado por terminada su carrera, y allí estaba, otra vez en los primeros planos tras seis operaciones, un divorcio, la muerte de su padre y un escándalo de infidelidad. Había escalado a la decimotercera posición en la clasificación mundial.
En abril de 2019 ganó por fin el Masters, su 15 major y el primero desde 2008, y su título 82 con el PGA Tour de Chiba. Japón, con el que igualó el récord de Sam Snead (con el que jugó cuando apenas tenía seis años) como los dos más ganadores de la historia.
Y cuando por fin parecía que llegaba su tranquilidad definitiva, su relanzamiento hacia alturas insospechadas. Otra vez un accidente, el del pasado 23 de febrero, le generó múltiples fracturas en su pierna derecha y nuevamente se instaló la duda sobre sus posibilidades futuras en el golf.
Conocidas las circunstancias del accidente, figuras del golf como McIllroy y Justin Thomas se vistieron de rojo en su homenaje (solía vestir de rojo con pantalones negros los domingos, el último día de competencia). Es tal su magnetismo que la TV había llegado a un pico máximo de audiencia con su participación en el Masters de Augusta de noviembre pasado.
El reconocido periodista colombiano de golf Orlando Ascencio sostiene que Woods “Cambió el paradigma del golf mundial, hizo que el golfista pensara más en ser un atleta, cambió la preparación física, cambió la forma de preparar los torneos, y cambió la forma de jugar”.
Uno de sus rivales contó en HBO que no le podía ganar a Woods pese a que éste se sentía mal por los dolores y quedaba una sola ronda y que entonces, afectado emocionalmente, soñó que le pedía ayuda al diablo para ganarle, y que éste le respondió “Imposible, Tiger ya está conmigo desde niño”.
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