El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anuló el lunes la prohibición de su predecesor Donald Trump de que las personas transgénero sirvan en las fuerzas armadas, dijo la Casa Blanca.
«Los miembros del servicio que sean transgénero ya no estarán sujetos a la posibilidad de ser despedidos o separados por motivos de identidad de género», señaló el ejecutivo estadounidense en un comunicado.
En el 2017, Tump firmó el memorándum en el que prohíbe al departamento de Defensa el reclutar a personas transgénero, si bien deja en manos del Pentágono la continuidad o no de los que ya están sirviendo a Estados Unidos. La medida, con efecto a 23 de marzo de 2018, también implica que el Ejército no costeará ninguna operación de cambio de sexo salvo aquellas imprescindibles -por motivos de salud- para aquellos que ya hayan comenzado un tratado hormonal.
«En mi opinión, la Administración anterior falló a la hora de justificar, con base suficiente, que cambiar la política del Departamento de Defensa no iba a entorpecer la efectividad militar y su capacidad letal, dificultar la cohesión o gravar los recursos militares», señala el presidente en su carta al jefe del Pentágono, Jim Mattis.
La decisión es un mazazo para este colectivo, el eslabón más débil de la comunidad LGTB, que con la Administración de Barack Obama vio posible el cambio de sexo cuando ya formaban parte del Ejército y podrían seguir en él reconociéndose abiertamente como transgénero. En junio de 2016 el anterior Gobierno americano adoptó esa decisión y fijó para el 1 de julio de 2017 el verdadero gran cambio: las personas transgénero iban a poder enrolarse.