Un retorno a 2016. Los servicios secretos de Estados Unidos afirman que los rusos han vuelto a actuar en las sombras para incidir nuevamente en las elecciones estadounidenses a favor de Donald Trump o del demócrata Bernie Sanders.
El presidente desestimó este viernes como una «farsa» de sus rivales demócratas un reporte de las agencias de inteligencia, divulgado durante una sesión confidencial en el Congreso, que advierte que Rusia está interfiriendo nuevamente para ayudarlo a obtener un segundo mandato.
«Otra campaña de desinformación está siendo lanzada por los demócratas del Congreso diciendo que Rusia me prefiere a mí que a cualquier otro candidato de los demócratas que no hacen nada», dijo Trump en Twitter. «¡Farsa», sentenció.
Esta polémica da la sensación de un retorno a 2016: los mismos protagonistas (Trump y Rusia), un mismo contexto de campaña electoral y una misma reacción del magnate republicano, quien estalla de ira cada vez que se evoca su cercanía con Vladimir Putin.
En julio de 2018, el presidente ruso confirmó claramente haber deseado el triunfo de Trump, negando a la vez que sus agentes hubieran intervenido en los comicios estadounidenses.
Este viernes, durante un mitin electoral en Las Vegas, Trump reiteró su rechazo a la idea de que Putin quiera su victoria. «¿No preferiría acaso, digamos, a Bernie (Sanders)?, aludiendo al senador por Vermont, que encabeza actualmente las intenciones de voto en las primarias demócratas.
El diario The Washington Post afirmó este viernes que Moscú habría intervenido a favor de Sanders, información negada por el veterano legislador socialista. «No considero a Putin como un buen amigo, al contrario de Donald Trump», dijo.
«Francamente, poco me importa saber a quién quiere Putin como presidente. Mi mensaje a Putin es claro: quédese al margen de las elecciones estadounidenses», agregó.
¿Buscan los rusos ayudar a Sanders para impulsar a Trump? La pregunta parece pertinente, teniendo en cuenta que el magnate republicano está convencido que le será más fácil el triunfo en noviembre si tiene como rival a un demócrata más viejo que él y con un discurso muy volcado a la izquierda, lo que le dificultaría obtener el voto de los electores de centro.
La revelación de la nueva injerencia rusa fue realizada durante una reunión informativa de inteligencia con legisladores que debía permanecer secreta.
Trump se mostró particularmente enojado con la presencia en esa sesión informativa el 13 de febrero, de Adam Schiff, el demócrata que dirigió la investigación que desencadenó su acusación en el Congreso.
El miércoles, Trump reaccionó a estos hechos destituyendo al director interino de Inteligencia Nacional, Joseph Maguire.
El diario The New York Times informó que Trump recriminó a Maguire por permitir que se llevara a cabo la sesión informativa con legisladores. Fue una colaboradora de Maguire, Shelby Pierson, quien se reunió con los congresistas, entre los cuales figuraba Schiff.
En la noche del jueves, el representante demócrata volvió a la carga contra Trump.
«Contamos con los servicios de inteligencia para informar al Congreso de cualquier amenaza de interferencia extranjera en nuestras elecciones. Si la información es verdadera y el presidente interfiere, entonces está nuevamente poniendo en peligro nuestros esfuerzos para detener toda interferencia extranjera. Tal y como lo advertimos», tuiteó Schiff.
– «Paranoia» –
Por su parte, Rusia atribuyó las nuevas acusaciones de la inteligencia estadounidense, cuyos detalles aún no se conocen, a un ataque de «paranoia».
«No tiene nada que ver con la verdad», dijo a los periodistas el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, denunciando «nuevos mensajes paranoicos que desafortunadamente se volverán más comunes a medida que se acerquen las elecciones» en Estados Unidos.
Moscú siempre ha negado cualquier implicación en la campaña electoral de 2016, con la ayuda de hackers y de ‘trolls’ rusos en las redes sociales, a pesar del consenso de las agencias federales estadounidenses en que sí existió injerencia.
Trump siempre ha asegurado que no necesitaba de la ayuda de Moscú para llegar a la Casa Blanca.
Para reemplazar a Maguire, Trump eligió a Richard Grenell, el actual embajador estadounidense en Alemania, quien, según los demócratas, carece de la experiencia necesaria para un puesto en el que supervisará 17 agencias federales, incluida la CIA.
La Casa Blanca aseguró que Grenell tendría un «enfoque imparcial» y Trump dijo el viernes que cuatro candidatos serían seleccionados para aspirar a asumir el cargo de forma permanente.