En un movimiento sin precedentes, el gobierno cubano ha comenzado a liberar a 553 presos políticos tras la decisión del presidente estadounidense Joe Biden de retirar a la isla de la lista de países que patrocinan el terrorismo. Esta medida, facilitada por la mediación del Vaticano, marca un cambio significativo en la política de Estados Unidos hacia Cuba.
Entre los primeros liberados se encuentran Dariel Cruz García, Lisdiany Rodríguez Isaac y Donaida Pérez Paseiro, quienes fueron encarcelados por su participación en las protestas antigubernamentales de julio de 2021. Familiares de los excarcelados recibieron la noticia temprano en la mañana y expresaron su alegría, aunque con reservas, ya que los liberados aún deben cumplir con condiciones de libertad condicional.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos ha confirmado la liberación de al menos 114 presos políticos, destacando que estas excarcelaciones se realizan bajo un régimen de vigilancia y con compromisos legales pendientes. Según el secretario general del Movimiento Cubano Reflexión, Librado Linares García, «Aunque es un paso positivo, lo que se necesita es una amnistía completa para todos los presos políticos en Cuba».
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Las autoridades cubanas han declarado que las liberaciones se llevan a cabo sobre la base de un análisis cuidadoso de la legislación y la naturaleza justa y humanitaria del sistema penal Cubano. Sin embargo, la oposición en la isla ha criticado la medida, argumentando que los presos políticos no deben ser utilizados como moneda de cambio en las relaciones internacionales.
El anuncio de Biden también incluye la disminución de algunas presiones económicas sobre Cuba y la suspensión del Título III de la Ley Helms-Burton, que había endurecido la postura de Estados Unidos hacia la isla. Aunque las autoridades cubanas consideran positivo el cambio en la política estadounidense, insisten en que el embargo y el perjuicio económico aún persisten.
La liberación de los presos políticos en Cuba representa un paso significativo en las relaciones entre Estados Unidos y la isla caribeña, aunque muchos desafíos aún quedan por resolver. La comunidad internacional y los defensores de los derechos humanos seguirán vigilando de cerca los desarrollos en esta situación.