Son como fantasmas asesinos. Se conoce poco de ellos, pero dejan a su paso un rastro de muerte, torturas y otros crímenes donde sea que sus servicios sean requeridos. Ahora, una tablet olvidada o perdida en un campo de batalla permite conocer detalles sobre el grupo Wagner de mercenarios rusos y la forma en la que operan para el mejor postor.
El debut de la organización fue en la guerra en Ucrania en 2014, donde apoyó a los separatistas prorrusos. Ganó prestigio en 2016 en las operaciones contra el grupo Estado Islámico. Ahora mismo opera en la República Centroafricana (donde vigila minas de diamantes), Chad y otros países africanos. Pero el dispositivo electrónico fue encontrado en el oeste de Libia, donde Wagner se desplegó en operaciones encubiertas en apoyo al general renegado libio Khalifa Haftar, contra el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) respaldado por la ONU.
La tablet Samsung llegó a manos de la cadena BBC, que cree que quedó atrás durante el retiro en la primavera boreal de 2020. Apenas fue trasladada a Londres, los periodistas la guardaron en una bolsa que bloquea las señales para impedir que sea rastreada o borrada a distancia, y pusieron manos a la obra para analizar su contenido.
Para sorpresa de los periodistas británicos, fue fácil desbloquear el equipo. El periodista Nader Ibrahim encontró decenas de archivos como manuales militares, imágenes de drones y libros tan varios como A Game of Thrones o Mein Kampf o una guía para hacer vino.
Buena parte de la información estaba en una aplicación de mapas del frente de batalla (el sur de Trípoli), todos con anotaciones en ruso, donde se habían desarrollado los combates entre febrero y mayo del año pasado.
Los puntos rojos de los planos marcaban los nombres de posibles compañeros mercenarios. Uno de ellos, “Metla”, fue identificado por la BBC como Fedor Metelkin, de 36 años, un antiguo miembro de Wagner que integra las filas desde el conflicto en Ucrania.
Los puntos negros de los mapas marcan otro legado mortal en la zona: las minas antipersonales en pleno distrito residencial. La tablet contiene también ilustraciones de los explosivos, de origen ruso, que no podrían haber sido comprados por Libia por el embargo de armas que pesa desde hace una década. Estos armamentos ya habían sido destacados en un informe de Human Rights Watch sobre la crisis en el país.
Para corroborar estos datos, la BBC habló con dos ex miembros de Wagner que hablaron bajo condición de anonimato y confirmaron que muchos mercenarios que estuvieron en Ucrania se trasladaron luego a Libia, rica en petróleo, donde había al menos 1.000 combatientes de forma permanente del grupo ruso entre septiembre de 2019 y julio de 2020.
Las fuentes también explicaron cómo es el proceso de adhesión. No es que son reclutados directamente como mercenarios, sino que firman contratos de corto plazo con empresas fachada como personal de seguridad en lugares sensibles, como plataformas de petróleo. Antes de iniciar, se someten a pruebas físicas y a controles de seguridad de antecedentes y son entrenados cerca de Krasnodar, en el sur de Rusia, a poca distancia de una base del ejército ruso.
Si pasan las evaluaciones, son enviados al extranjero con una advertencia: si mueren, su cuerpo no será repatriado.
Lo más común es que se trate de personas que no pueden unirse a las Fuerzas Armadas por tener antecedentes criminales. Según el análisis de la BBC, suelen proceder de pueblos pequeños con pocas oportunidades, atraídos por un sueldo hasta 10 veces mayor que el promedio.
“Son como vikingos modernos. Siempre que hay algún tipo de conflicto armado en algún lugar, los soldados de Wagner hablan de ello. ‘Podríamos ir a este, ese podría ser uno para nosotros’. Porque cada contrato y cada país es dinero. Si no tienes un contrato te quedas ahí en la reserva sin dinero”, explicó una de las fuentes a la cadena británica.
Wagner no tiene un código de conducta y lo más común es que los prisioneros sean ejecutados, porque no hay interés en alimentarlo sin un beneficio.
Pero hay algo de lo que los mercenarios no suelen hablar: quién los financia. “Es como en Harry Potter, donde Voldemort es el nombre que nunca se dice en voz alta. Es un tema tabú”, explicó a la BBC una de las fuentes, advirtiendo que hablar del tema es ponerse en riesgo de ser ejecutado.
No obstante, la tablet también dio algunas luces sobre el opaco financiamiento de una organización que, en el papel, no existen Rusia, por ser actividades prohibidas en el país y a nivel internacional.
Se trata de un documento de 10 páginas, una “lista de la compra” de material militar de última generación, armas y equipos de última generación que son prácticamente imposibles de conseguir para agentes no estatales, lo que apunta a un apoyo al más alto nivel. El archivo tiene fecha del 19 de enero de 2020, el mismo día en que Vladimir Putin participó en una conferencia en Berlín sobre un proceso de paz para Libia.
El experto en seguridad Chris Cobb-Smith fue consultado por la BBC para que analice los detalles del archivo. “Dudo mucho que cualquier otra empresa militar privada -si es que Wagner puede ser calificada como tal- tenga algo parecido al apoyo que parece tener aquí. Esto no sólo implica el acceso a un presupuesto sustancial, sino también la autoridad para el acceso a la última tecnología sensible, si no secreta. Parece que Wagner es poco más que un elemento no oficial del ejército ruso”, aseveró.
En cuanto al financiamiento, otro documento obtenido por la BBC de 2019, sobre despliegues en Mozambique para reemplazar equipos dañados, está dirigido a Evro Polis, una empresa rusa señalada como beneficiaria de contratos para la explotación de yacimientos de petróleo y gas en Siria.
Todo indica que los combatientes de Wagner ya no estaban en la zona donde se halló la tablet, pero las fuentes locales indican que siguen en el país y desestabilizan los esfuerzos de paz pese al cese el fuego declarado.
Cuando en 2020 se le preguntó a Vladimir Putin si había rusos luchando en Libia, se limitó a responder: “Si hay ciudadanos rusos allí, no están representando los intereses del Estado ruso, y no están recibiendo dinero del Estado ruso”.
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