Los avances tecno-digitales en absolutamente todos los ámbitos de la vida humana han alumbrado nuevas formas de vivir y trabajar. Gracias a ellos, han nacido nuevos nichos de mercado y, los que ya existían, han alcanzado nuevos e insospechados niveles de sofisticación. Se habla de innovación tecnológica en todos los foros, y nunca se había invertido tanto en ella como en el presente. Pero, ¿cuál es el fundamento de esta tecnología y cómo ha hecho posible transformar por completo el contexto empresarial actual?
La respuesta está, sin duda, en los datos. Parece un reduccionismo muy simple, pero lo cierto es que no hay nada de simple en la manera en que la técnica ha hecho posible manejar esos mismos datos en la actualidad. La disrupción entre la gestión de la información que se hacía a la antigua usanza y la que permiten las máquinas hoy viene dada por tres factores. El primero y principal es la cantidad. Los CRM’s de cualquier empresa mínimamente tecnologizada son capaces de recabar y aglutinar una cantidad ingente de datos desde múltiples fuentes y de muy diversas tipologías. Ya no se almacena solo la edad, el sexo, o la procedencia; ahora toda actividad que acontece en la red queda registrada gracias a la llamada “huella digital”. El segundo factor clave para entender la gestión actual del big data -llamado “big” precisamente por lo dicho anteriormente- es el avance en la capacidad de relación. La inteligencia artificial analiza toda esa información, estableciendo patrones, o series de algoritmos, que permiten prever conductas y comportamientos humanos bajo la lógica probabilística. Finalmente, y gracias a esa misma inteligencia artificial, se llega al factor más determinante de todos, que no es más que la combinación de los dos anteriores: la calidad de los llamados data cluster. La técnica del ‘clustering’ consiste en identificar, de forma automática, agrupaciones de datos por múltiples afinidades, lo que permite segmentar y simplificar al máximo la serie de respuestas con las que impactar esos cluster y que, sin duda, tienen una alta probabilidad de éxito, al menos estadísticamente hablando.
Compañías como Amazon o Netflix han basado su modelo de crecimiento en estas tecnologías. Sin embargo, cada vez son más las empresas que, aun con una posición modesta en el mercado y una plantilla de empleados de categoría PYME, aprovechan estas técnicas para abrirse camino. No obstante, las previsiones apuntan a que su adopción dentro del tejido empresarial pronto dejará de ser una cuestión de competitividad para serlo de subsistencia. Si ahora ya han dejado de existir los negocios que no tienen presencia digital -excepción hecha de aquellos que todavía aprovechan su inercia-, dentro de unos pocos años ya no existirán aquellos que no hagan uso de la inteligencia artificial. Así pues, quizás sea hora de hacerse la temida pregunta: “¿mi organización está preparada para este nuevo paradigma?”.
Lo que no admite dudas es la necesidad de contar con profesionales altamente capacitados para entender y manejar estas tecnologías. La formación de los empleados es lo que realmente determinará que sean una amenaza o una oportunidad, sin ningún término medio entre ambas posiciones. Así pues, debe recuperarse la idea de que la tecnología no es más que un conjunto de herramientas que permiten desarrollar al máximo las potencialidades de una organización. Lo que pasa es que la tecnología actual es de una complejidad tal que requiere un aprendizaje experto. A este respecto, ESIC Business & Marketing School es una de las escuelas líderes en economía digital, comprometida con ofrecer una formación estrechamente vinculada con las necesidades del mercado, con el propósito de capacitar a los profesionales para liderar los próximos desafíos en tecnología empresarial.
Fuente elperiodico