Las estatuas de mármol del hotel Caesar’s Palace están cercadas; las góndolas del Venetian, vacías; y la montaña rusa del New York New York, parada. Durante la pandemia de coronavirus, Las Vegas está más vacía que el desierto que la rodea.
Incluso la famosa fuente danzante del hotel Bellagio, conocida por la película «La gran estafa», está «completamente cerrada», refunfuña un malhumorado guardia a un periodista de la AFP antes de echarlo.
La multitud bulliciosa de juerguistas borrachos, mesas de póquer abarrotadas e insistentes promotores de clubes nocturnos parecen ser recuerdos lejanos en el Strip (Franja) de Las Vegas, donde se concentran los mundialmente conocidos hoteles y casinos, y que hoy se asemeja más a un pueblo fantasma.
Bajo el sol abrasador se pueden ver apenas indigentes, guardias con pereza y un pequeño grupo de turistas atónitos.
Nada parecido a mayo del año pasado, que fue el segundo mes más concurrido en la capital del juego, con casi 3,7 millones de visitantes.
Al caer la noche, la cara del Strip se hace más familiar, con las grandiosas luces de los casinos vacíos iluminando la desolada avenida por donde se escucha eventualmente el rugir de un auto deportivo.
Y en las aceras se ven residentes de la ciudad que salen a respirar otro aire fuera del encierro de las medidas de contención.
«Como vivo en Las Vegas nunca vengo al Strip, nunca», dijo tajante Mike Evans, un vendedor de autos de 47 años. «No hay necesidad».
«Rodearse de borrachos y belicosos no es forma de relajación», siguió mientras hacía una pausa durante un paseo en bicicleta para tomarse una selfie.
Luis Rosales, un camarero de 30 años del hotel Venetian, se ha dedicado a patinar y trotar en esta zona.
«Nunca pensé en mi vida que vería Las Vegas cerrar», señaló. «No hay conmoción, bullicio… es como un pueblo fantasma».
Angela Arnold pedaleó hasta el cartel «Bienvenido a la fabulosa Las Vegas» con amigos «sin bocinazos ni gente repartiendo publicidad vulgar».
– «Dinero y codicia» –
Más allá de esta extraña sensación de calma, el golpe financiero del confinamiento es claro para una ciudad que vive de los juegos de azar, los grandes espectáculos y el turismo, todos sectores golpeados por la pandemia, que además llevó a la restricción de viajes internacionales.
Las vallas publicitarias están llenas de anuncios de eventos que nunca ocurrieron, que se mezclan con otros anuncios gigantescos en los edificios con el mensaje «Mantente fuerte».
Un hotel barato que permanece abierto en el Strip reporta unos cuantos turistas de California y hasta de Wisconsin, que decidieron escapar del encierro conduciendo su auto hasta la ciudad, aún a sabiendas de que todo está cerrado.
La mayoría de los huéspedes son personas que perdieron sus casas en la crisis, aún cuando la ley los protegía de desalojos.
«Extrañamos el ruido… las grandes vibraciones, la gente, el alimentarse de la felicidad de otras personas», dijo Samantha, una mesera que no quiso dar su apellido.
Habló con AFP mientras salía a pasear con su madre Louisa, que se quedó sin trabajo como crupier de póquer debido al coronavirus.
Ya se asoman algunas señales incipientes de que la ciudad está empezando a despertar.
A partir del sábado, los restaurantes podrán reabrir a media capacidad.
Pero los turísticos casinos y clubes nocturnos, así como los bares de estriptis y burdeles legales del estado, permanecerán cerrados, por ahora.
«Dado que el dinero es la raíz de todo mal y Las Vegas es considerada la capital del dinero y la codicia, éste es el último lugar donde pensé que vería cerrado,» dijo Evans, el vendedor de autos.
«Pero aún así lo hicieron».
AFP