Un equipo de nueve científicos sudafricanos, confinados en la base de investigación Sanae IV en la Antártida, enfrenta una situación crítica tras las agresiones físicas y sexuales perpetradas por uno de sus miembros. Las condiciones extremas del continente blanco impiden una evacuación inmediata, lo que ha generado un ambiente de miedo e incertidumbre entre los investigadores.
Según informes, el comportamiento del agresor se tornó perturbador luego de una disputa relacionada con una tarea asignada por el líder del equipo, que requería un cambio de horario dependiente del clima. Esta situación desencadenó una serie de agresiones físicas y amenazas de muerte hacia sus compañeros, creando un clima de tensión en la base.
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En un correo electrónico enviado por uno de los científicos afectados, se describe el temor constante que sienten: «Sigo profundamente preocupado por mi propia seguridad y me pregunto constantemente si podría convertirme en la próxima víctima». Esta súplica de ayuda refleja la desesperación de los investigadores, quienes deben permanecer en la base hasta diciembre debido a las condiciones climáticas adversas.
La base Sanae IV, situada en la Tierra de la Reina Maud, está diseñada para soportar las condiciones extremas de la Antártida, con temperaturas que pueden descender por debajo de los -23°C y vientos que alcanzan los 217 km/h. Estas circunstancias hacen prácticamente imposible cualquier operación de rescate durante el invierno antártico, dejando al equipo en una situación de aislamiento total.
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Las autoridades sudafricanas están al tanto de la situación y evalúan posibles medidas para garantizar la seguridad de los científicos. Sin embargo, las opciones son limitadas debido a la lejanía y las condiciones extremas del entorno. Mientras tanto, el equipo debe convivir con el agresor, lo que agrava la tensión y el temor en la base.
Este incidente pone de manifiesto la importancia de las evaluaciones psicológicas rigurosas antes de asignar personal a misiones en entornos tan hostiles y aislados. Además, resalta la necesidad de contar con protocolos de emergencia efectivos para abordar situaciones críticas en lugares remotos como la Antártida.

