Lo que comenzó como una manifestación pacífica de jubilados frente al Congreso Nacional en Buenos Aires terminó en una de las represiones más violentas del gobierno de Javier Milei. La protesta, que se realiza cada miércoles, buscaba exigir un aumento en las pensiones y la restitución de beneficios médicos. Sin embargo, la presencia de hinchas de fútbol y sindicatos transformó el evento en un enfrentamiento caótico.
La policía utilizó gases lacrimógenos, balas de goma y camiones hidrantes para dispersar a los manifestantes, quienes respondieron lanzando piedras y volcando un patrullero. Según fuentes oficiales, al menos 103 personas fueron detenidas y 20 resultaron heridas, incluyendo al fotógrafo Pablo Grillo, quien sufrió una fractura de cráneo tras el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno.
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La participación de hinchas de clubes como Boca Juniors y River Plate añadió una dimensión inesperada a la protesta. Bajo el lema «Todos seremos jubilados», estos grupos se unieron para apoyar a los adultos mayores, quienes representan uno de los sectores más afectados por las políticas de austeridad. Sin embargo, el gobierno los acusó de ser «barra bravas» con intenciones políticas.
El Ministerio de Seguridad, liderado por Patricia Bullrich, defendió la actuación policial, argumentando que se trataba de mantener el orden público. No obstante, organizaciones de derechos humanos y líderes de la oposición condenaron la represión, calificándola como un abuso de poder. «Es inaceptable que se ataque a los más vulnerables», declaró un portavoz de Amnistía Internacional.
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La situación refleja un creciente descontento social en Argentina, donde la inflación y las medidas de ajuste han golpeado duramente a los jubilados. Con ingresos que apenas superan los 300 dólares mensuales, muchos enfrentan dificultades para cubrir necesidades básicas. «Estamos defendiendo nuestros derechos. Este gobierno nos está matando de hambre», expresó Héctor, un manifestante de 72 años.
Mientras tanto, la tensión sigue latente en las calles de Buenos Aires. Los jubilados han prometido continuar con sus reclamos, mientras que el gobierno enfrenta críticas tanto a nivel nacional como internacional. La pregunta que queda es si esta crisis marcará un punto de inflexión en la política argentina o si será otro episodio más en un país acostumbrado a la confrontación.