En un avance sin precedentes, investigadores del Instituto Nacional de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (NICT) de Japón establecieron un nuevo récord mundial de velocidad de Internet al alcanzar los 1,02 petabits por segundo, el equivalente a más de un millón de gigabits. La hazaña, anunciada a fines de mayo, permitiría descargar toda la biblioteca de Netflix en apenas un segundo, y se logró transmitiendo datos de manera estable a lo largo de 51,7 kilómetros mediante una innovadora fibra óptica de 19 núcleos.
Este logro representa un hito en la evolución de las telecomunicaciones y plantea un cambio radical en la manera en que la sociedad podría acceder y utilizar Internet en un futuro próximo. La clave del avance está en el diseño de la nueva fibra óptica utilizada por el equipo japonés, que además de incluir múltiples núcleos, opera con más de 50 longitudes de onda de luz, lo que permite multiplicar la capacidad de transmisión sin aumentar el tamaño físico del cable.
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“Este resultado demuestra el potencial de las fibras de múltiples núcleos para construir redes ultrarrápidas que puedan satisfacer la demanda futura de datos”, señalaron los investigadores del NICT. La velocidad obtenida no solo es sorprendente, sino que se mantuvo estable pese a la distancia, superando los obstáculos habituales como la degradación de señal y las interferencias electromagnéticas.
Este récord no se queda en el laboratorio: sus implicaciones podrían transformar por completo sectores como la inteligencia artificial, los vehículos autónomos, la realidad virtual, y la computación en la nube, donde la transmisión masiva de datos en tiempo real es crítica. Se estima que esta velocidad permitiría transmitir millones de videos en 8K simultáneamente, o incluso descargar 127.500 años de música en un segundo.
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“Estamos viendo una ventana al futuro de las redes 6G, donde la velocidad y estabilidad de conexión serán exponencialmente superiores a lo que hoy conocemos”, declaró uno de los ingenieros principales del proyecto. Aunque la tecnología aún no está disponible para el uso comercial, las pruebas realizadas abren la puerta a una infraestructura global más eficiente, rápida y resistente.
El nuevo récord japonés marca un punto de inflexión para la conectividad global. Si bien todavía se encuentra en fase experimental, su potencial es incuestionable. Con avances como este, el futuro de la red ya no parece una promesa lejana, sino una realidad en construcción que podría revolucionar el acceso a Internet, la forma en que trabajamos, nos comunicamos y vivimos la era digital.

