Un voraz incendio forestal, conocido como el Jones Road Wildfire, ha consumido más de 11.500 acres (aproximadamente 4.650 hectáreas) en el condado de Ocean, Nueva Jersey, desde su inicio el martes 22 de abril. El fuego, que se propagó rápidamente debido a condiciones de sequía y fuertes vientos, obligó a evacuar a unas 3.000 personas y amenazó más de 1.300 estructuras residenciales.
El incendio comenzó en el área de manejo de vida silvestre Greenwood Forest, cerca de Barnegat Township, y se extendió hacia Lacey y Ocean Townships, generando columnas de humo visibles a kilómetros de distancia. Las autoridades declararon el estado de emergencia en el condado de Ocean y cerraron temporalmente tramos de la autopista Garden State Parkway y la Ruta 9.
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Como medida preventiva, la compañía Jersey Central Power and Light cortó el suministro eléctrico a más de 25.000 clientes para facilitar las labores de los equipos de emergencia. Además, se establecieron refugios temporales en escuelas locales para albergar a los evacuados.
A pesar de la magnitud del incendio, no se han reportado víctimas fatales ni heridos. Sin embargo, el fuego alcanzó las instalaciones de la planta nuclear desmantelada de Oyster Creek, lo que generó preocupación entre los residentes. Las autoridades aseguraron que no hay riesgo de radiación, ya que la planta fue cerrada en 2018 y no contiene material nuclear activo.
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El Servicio Forestal de Nueva Jersey informó que, hasta la mañana del miércoles 23 de abril, el incendio estaba contenido en un 30%. Las condiciones climáticas, con temperaturas más frescas y vientos moderados, han favorecido las labores de contención. No obstante, las autoridades instan a la población a mantenerse alerta y seguir las indicaciones de los equipos de emergencia.
Este incendio es el segundo de gran magnitud que afecta a Nueva Jersey en menos de una semana, lo que ha encendido las alarmas sobre el aumento de la frecuencia e intensidad de los incendios forestales en la región. Expertos atribuyen este fenómeno a las condiciones de sequía prolongada y al cambio climático, que incrementan la vulnerabilidad de los ecosistemas forestales del estado.