El papa asistió inesperadamente a la misa Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde, en silla de ruedas y sin necesidad de oxígeno, saludó a los fieles en el inicio de la Semana Santa.
«Buen Domingo de Ramos, buena Semana Santa», dijo el papa en el altar central de la plaza tras aparecer por sorpresa.
La misa del Domingo de Ramos marca el comienzo de los ritos de uno de los momentos más importantes del catolicismo.
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Francisco, sin las cánulas nasales puestas, paseó entre los fieles y se detuvo a intercambiar unas palabras con un grupo de monjas, así como con varios niños, con los que mostró gestos de complicidad, mientras se oían gritos de ‘Viva el papa’.
«Al final de la misa, el papa Francisco se unió a los peregrinos y fieles en la plaza y les deseó lo mejor para el Domingo de Ramos y el comienzo de la Semana Santa», indicó el Vaticano en un comunicado.
Según añadió, el pontífice «luego, de regreso a la Basílica, se detuvo en oración ante la tumba del Apóstol y frente al monumento dedicado a Benedicto XV».