Israel se encuentra en medio de una controversia diplomática tras la reciente solicitud de un miembro de su parlamento de expulsar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del país, con Estados Unidos también en el centro de la tensión. La petición se produce en un contexto de críticas hacia la ONU, especialmente tras su llamado a un cese al fuego en la Franja de Gaza, que fue respaldado por algunos aliados de Israel, aunque con cierta abstención por parte de EEUU en algunas resoluciones clave.
El representante de Israel argumentó que la ONU ha tomado una postura que afecta la soberanía de Israel y ha planteado posibles consecuencias políticas si persisten las críticas desde el organismo internacional y EEUU. Esta situación se intensificó luego de que EEUU advirtiera a Israel que bloquear la ayuda humanitaria a Gaza podría tener repercusiones en la relación bilateral, incluidos los apoyos militares.
Washington ha insistido en que la ayuda humanitaria debe seguir fluyendo para evitar un mayor deterioro de la crisis en Gaza, que afecta gravemente a la población civil, y destacó que una invasión terrestre a gran escala podría aumentar el caos y dificultar aún más la resolución del conflicto.
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La Casa Blanca se ha mostrado crítica ante la gestión israelí en el conflicto, aunque sin negar el derecho de Israel a defenderse de grupos militantes como Hamas. La presión de EEUU ha puesto a Israel en una encrucijada, pues la continuidad de ayuda militar y diplomática de su principal aliado es fundamental para su defensa. Además, las discusiones sobre el manejo de la frontera de Rafah con Egipto, un punto crítico para la entrada de ayuda en Gaza, han elevado la sensibilidad en las relaciones exteriores de Israel, que deben tener en cuenta también la posición de Egipto, preocupado por la estabilidad en su propia frontera sur.
Mientras que EEUU intenta mitigar la crisis promoviendo una solución alternativa para estabilizar Rafah sin una incursión masiva, la ONU, por su parte, reitera la necesidad de acciones humanitarias urgentes en Gaza. La postura de la ONU ha llevado a Israel a considerar seriamente si las funciones de esta organización en el país deben ser reevaluadas o incluso terminadas, aunque una expulsión oficial tendría repercusiones complejas a nivel internacional.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sigue manteniendo una postura firme, enfatizando la necesidad de seguridad para su nación. Sin embargo, las constantes advertencias de EEUU y las crecientes tensiones con la ONU podrían conducir a un punto de inflexión en las relaciones diplomáticas de Israel con sus aliados más cercanos y el panorama internacional.
Se espera que, en las próximas semanas, las discusiones se intensifiquen en torno a cómo equilibrar la seguridad de Israel con las demandas humanitarias y diplomáticas de la comunidad internacional.

