Las regiones más afectadas incluyen Porto Alegre y la región de Serra, noreste del estado, donde se encuentran fábricas de vehículos, maquinaria y muebles. Las fuertes lluvias azotaron también los valles de Río Pardo y Taquari, conocidos por sus industrias cárnicas. Río Grande do Sul representa el 12,6% del importante PIB agrícola del país, según el banco local Bradesco. Casi el 70% del arroz de Brasil y el 13% de los productos lácteos provienen del estado, según un informe de S&P Global del 13 de mayo.
Las inundaciones en el estado brasileño de Río Grande do Sul devastaron casi todo lo necesario para la actividad económica, desde tiendas locales hasta fábricas, granjas y ranchos.
Gilberto Zeni, un comerciante de Porto Alegre que es propietario de su tienda desde hace 18 años, sufrió enormes pérdidas. “Esto nunca ha sucedido antes. Es muy triste pasar por una situación como ésta después de tantos años de trabajo”, afirmó el hombre de 50 años.
La catástrofe ambiental, sin precedentes en la historia del estado, trastornó el transporte, incluido el aeropuerto de la capital, Porto Alegre, que se espera que permanezca cerrado durante meses. Algunos tramos de las principales carreteras están cerrados debido a deslizamientos de tierra, carreteras arrasadas y puentes derrumbados. Los apagones continúan afectando al estado. El gobernador Eduardo Leite ha dicho que Río Grande do Sul necesitará una “especie de ‘Plan Marshall’ para reconstruirse”, aunque aún no se ha determinado una estrategia exacta para hacerlo de manera que reduzca futuros desastres climáticos.
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La mayoría de los 497 municipios del estado se han visto afectados y las pérdidas financieras ya ascienden a 10.000 millones de reales (1.900 millones de dólares), estimó la Confederación Nacional de Municipios a principios de este mes. Alrededor del 94% de la actividad económica del estado se ha visto perturbada de alguna manera, según una estimación de la semana pasada de la Federación de Industrias del Estado de Río Grande do Sul.
El costo humano de las lluvias es de al menos 163 vidas perdidas hasta el momento, y otras 72 personas siguen desaparecidas. Más de 640.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, incluidas 65.000 que se refugian en escuelas y gimnasios.