En la vida real, en tiempos de crisis, se evidencian todas las debilidades y errores que se pudieron cometer previamente. Que si no ahorraste, o que invertiste mal o que el entorno se complicó… En fin, hay muchas razones o causas que vienen a la cabeza.
Sin embargo, el instinto natural del ser humano, llamado “sobrevivencia”, rápidamente transforma la tristeza y resignación en ideas y alternativas que visibilizan, con esperanza, opciones para salir adelante y diseñar, implementar y ajustar una serie de políticas que reactiven la economía.
Cuando los recursos son escasos, es importante utilizarlos de forma inteligente para impactar en la vida de la mayoría de los bolivianos. Para ese propósito es fundamental contar con herramientas de planificación del desarrollo que prioricen los sectores dinamizadores de los circuitos económicos regionales y locales. No se puede continuar con una visión fragmentada de la inversión pública y con una lógica distributiva sin proyección que se disuelve sin causar ningún impacto.
La concurrencia y sinergia de la inversión pública es importante como mecanismo para sumar recursos de los distintos niveles territoriales y sectoriales de la economía. De esta manera se pueden financiar proyectos de impacto que activen a los actores económicos, no solamente a través de la plataforma de apoyo a la producción, sino por medio de la otorgación de condiciones auspiciosas que muevan los mercados locales y repongan el comercio internacional que, de manera gradual, se recupera.
El rol de un Estado inteligente, que utiliza la política fiscal expansiva con el propósito de dinamizar la demanda mediante la activación de la inversión pública y de una política de austeridad en los gastos de gobierno, permitirá recuperar los niveles de crecimiento económico, así como la puesta en práctica de una política redistributiva de excedentes para la solución de problemas de orden social que la pobreza, en este corto tiempo, ha agudizado, además, de la pandemia y de las desacertadas políticas económicas y sociales del gobierno de facto del 2020.
La estabilidad social y política nos brinda un escenario de certidumbre en el mediano plazo –condición importante para la planificación del desarrollo–. En este contexto ha sido fundamental la recuperación de la democracia y el logro de un resultado altamente favorable en la elección nacional que garantiza la gobernabilidad al país; así como la elección subnacional consolidó el poder territorial, tan importante para lograr la concurrencia de esfuerzos y recursos.
Lo que hay que observar en este tema:
1. La planificación nacional y subnacional son herramientas importantes para alcanzar los objetivos de desarrollo nacional sectorial, regional y local de acuerdo a las vocaciones económicas territoriales.
2. La inversión pública programada para el 2021 alcanza a $us. 4.011.- millones que se distribuyen en proyectos de impacto nacional y subnacional.
3. La tasa de crecimiento del PIB estimado para el 2021 es de 4,8% y la tasa de inflación del 3,1%.
4. La política de distribución de los recursos públicos debe ser resultado de una Estrategia de Desarrollo Nacional, concurrente con las visiones de desarrollo de los niveles subnacionales; de esta manera se logrará impactar en programas y proyectos estratégicos y evitar la visión fragmentada del desarrollo.
Moisés Mercado Schwartzberg, Analista Económico