Manifestantes antigubernamentales libaneses se enfrentaron de nuevo este martes con el ejército en medio de protestas por la profunda crisis económica que atraviesa el país, y que continúa agravándose en plena pandemia de covid-19.
Tras unas horas de calma en Trípoli, en el norte del país, los manifestantes volvieron a la calle a última hora de la tarde, con el temor de que se produjeran más actos de violencia como el del joven de 26 años que murió de un balazo la noche del lunes durante enfrentamientos entre el ejército y cientos de manifestantes.
Hubo manifestaciones en varios lugares de la ciudad, como el barrio Al Mina, donde los manifestantes dañaron la fachada de un banco, según una periodista de la AFP.
También se registraron protestas frente al domicilio de un ex primer ministro, Nagib Mikati.
Más de 20 manifestantes resultaron heridos en enfrentamientos nocturnos y cuatro de ellos fueron hospitalizados, según la Cruz Roja libanesa. El día anterior, además de la muerte del manifestante, unos 20 civiles y 40 militares resultaron heridos, según el ejército.
Trípoli, la segunda ciudad del país, ya fue escenario de violencia durante la jornada. Cientos de jóvenes provocaron destrozos e incendiaron bancos, constató un fotógrafo de la AFP.
Fueron dispersados por el ejército con gases lacrimógenos y balas de goma. Los manifestantes arrancaron adoquines de las aceras para arrojarlos contra las fuerzas del orden e incendiaron dos de sus vehículos.
En la capital, Beirut, un centenar de manifestantes marcharon por el distrito de Hamra, donde se encuentra la sede del Banco Central, cantando consignas contra su gobernador. En Saida (sur) lanzaron cócteles lomotov a la sucursal local de la institución bancaria.
Desde hace varios días, Líbano vive un aumento de la tensión y los manifestantes relanzaron su movilización para denunciar, en pleno Ramadán, una inflación galopante y una depreciación sin precedentes de la libra libanesa.
– «Alzar la voz» –
«Bajé [a la calle] para alzar la voz contra el hambre, la pobreza, la inflación y la injusticia», declaró un manifestante de 41 años, Jaled.
Este vendedor de piezas de recambio para motos afirmó que desde que perdió su empleo ya no puede mantener a sus tres hijos, en un contexto agravado por la pandemia de covid-19.
La grave crisis económica que atraviesa el país desde hace meses fue uno de los detonantes en octubre de 2019 de un levantamiento inédito contra la clase política, acusada de corrupción y de incompetencia.
Alrededor del 45% de la población vive ahora bajo el umbral de la pobreza, según estimaciones oficiales.
La crisis se agudizó con las medidas adoptadas contra la propagación del nuevo coronavirus, que paralizaron Líbano, donde se registraron oficialmente 717 casos y 24 muertos.
El primer ministro, Hasan Diab, reconoció «un agravamiento a un ritmo récord de la crisis social» y dijo que comprendía «el grito de la gente», pero rechazó «el vandalismo».
El ministro de Economía Raoul Nehme reconoció un alza de los precios de un 55%.
– «Explosión social inevitable» –
Esta inflación es denunciada a diario en las redes sociales. Por ejemplo, los pañales para bebé pasaron de valer 20.000 libras a 30.000 libras, y el kilo de carne de 18.000 a 32.000.
En el mercado negro, el cambio superó las 4.000 libras por un dólar, mientras que la tasa oficial de 1.507 libras quedó sin operaciones.
El gobierno afirma estudiar un plan de reactivación económica pero no se ha concretado.
«Hasta ahora, el gobierno no ha hecho nada, excepto suspender el pago de los eurobonos», declara a la AFP el economista Samir Nader, en referencia al impago de la deuda de Líbano.
«No se ha tomado ninguna medida que anuncie reformas», agrega.
El país se dirige «hacia una explosión social inevitable» por la depreciación de la moneda «y la caída del poder adquisitivo», alerta.
La Asociación de Bancos de Líbano anunció el cierre de las agencias en Trípoli, debido a «ataques y actos de vandalismo».
Los manifestantes acusan a los bancos libaneses de complicidad con el poder político y de haber contribuido al endeudamiento público desenfrenado y la quiebra del Estado.