Ciudad de México, 9 Ene. 2020 (LA VANGUARDIA).- Los números, que también tienen alma y son más que dígitos, confirman que México sufre una de las peores crisis de «desaparecidos» de América Latina.
Ni los 36 años de guerra civil en Guatemala, que concluyó en 1996 con 40.000 personas en paradero desconocido, ni la despiadada dictadura militar en Argentina (unos 30.000 que no dejaron rastro) llegan a las trágicas cifras de México, un país que oficialmente no está ni ha estado en guerra en décadas recientes.
Más de la mitad de desaparecidos tienen entre 15 y 34 años de edad, y el 74% de estos eran hombres
Más de 61.000 personas (en concreto, 61.637) han desaparecido en el gigante hispano de Norteamérica en poco más de una década de terror de los cárteles de la droga, según las cifras del Gobierno. Esto significa un pronunciado incremento respecto a los 40.000 reconocidos en abril del 2018. «Estos son datos de horror y detrás de ellos hay historias y relatos de gran dolor para las familias, tanto dentro de la nación como entre los inmigrantes», remarcó Karla Quintana, responsable de la comisión nacional de investigación, durante la presentación esta semana del nuevo recuento.
El Ejecutivo del presidente Andrés Manuel López Obrador publicó este hallazgo después de un análisis exhaustivo de la información recopilada por la Fiscalía estado por estado. Si bien hay casos que se remontan a 1964, Quintana subrayó que el 97% de las desapariciones se han producido a partir del 2006, momento en el que el presidente Felipe Calderón lanzó la guerra contra los cárteles.
López Obrador accedió al Gobierno hace poco más de un año con la promesa de cambiar radicalmente la política en la lucha contra esta lacra. Su lema de «abrazos en lugar de balas» no parece haber dado resultados favorables. En el 2018 hubo 9.000 personas a las que forzosamente se sometió a “evaporación”, dijo Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos.
En este primer año de Gobierno, las autoridades han registrado 500 terrenos, lo que ha conducido al descubrimiento de unas 800 fosas clandestinas con al menos 1.124 cuerpos. Quintana matizó que el recuento de fosas asciende a 3.631 desde el 2006.
Chihuahua, Sinaloa y Durango, el triángulo dorado
La mayoría de las desapariciones se ha producido en diez estados, en los que los narcos disponen de gran presencia, sobre todo en el llamado “triángulo dorado” comprendido por Chihuahua, Sinaloa y Durango, al noroeste. Más de la mitad son jóvenes de 15 a 34 años, y el 74% hombres. Esta cifra no hace más que resaltar la extrema violencia de la década en México. Y la falta de señales de disminución. Los homicidios ascendieron este pasado 2018 a 31.000, un récord.
Hasta ahora, los gobiernos mexicanos mantenían en cierto sentido una actitud de negación de la magnitud del problema de los desaparecidos. Sin embargo, López Obrador se ha marcado este asunto como una prioridad. La publicación revisada de esos números se ha interpretado como un reconocimiento de la profunda crisis que representa la desaparición de personas y el paso adelante que supone no esconder la magnitud de la violencia.
Esta iniciativa puede contribuir a rebajar las críticas que este Ejecutivo de izquierdas ha despertado, por aquellos que consideran que encaraba la lucha contra el narcoterrorismo sin las medidas de seguridad adecuadas.
Las imágenes de los narcos derrotando a los militares y policías para liberar a uno de los hijos del Chapo, tras ser detenido en una casa de Culiacán, ha dejado muy mal parada la política conciliadora de López Obrador.