EEUU, 23 sep (El Pais).- Jason Momoa fue Khal Drogo en Juego de Tronos y Arthur en Aquaman han sido sus personajes más importantes hasta el momento; el primero es un líder guerrero de pocas palabras y modales toscos, enamorado de Daenerys Targaryen (Emilia Clarke), y el segundo, un héroe acuático que desprende bastante chulería y cuyo talento se basa en la fuerza. Ahora se adentra en el mundo apocalíptico de la serie See, una de las grandes apuestas de Apple TV+ que se estrena en noviembre, donde interpreta a un padre ciego (al igual que el resto de la humanidad de este universo) que debe cuidar de sus gemelos, los primeros en años en nacer con vista. Un papel que recuerda estéticamente a Khal Drogo, solo que ha abandonado las cálidas praderas de los dothraki por las gélidas tierras del Norte. En la misma entrevista, se le pregunta a Momoa si tiene algún remedio para evitar ser encasillado en este tipo de roles, a lo que contesta que puede ser «un tío versátil en una comedia romántica». No obstante, matiza: «Lo que me gustaría es dirigir, como Mel Gibson«.
Teniendo en cuenta su filmografía, cuesta creer en el lado más entrañable del actor. «Soy la mayor reina del drama (…). Estaba constantemente llorando», dijo a The Mirror en 2018 en referencia al rodaje de Aquaman. La grabación —especialmente de las escenas de acción— supuso un gran esfuerzo físico para el actor, lo que le afectó anímicamente en bastantes ocasiones. Pero no siente vergüenza a la hora de hablar de sus emociones gracias a la educación que recibió por parte de su madre, Coni, que crió a su hijo sola. Ambos siguen muy unidos, como demostró Momoa en una publicación en su cuenta de Instagram en 2018. Invitó a su madre a verle en directo en un programa especial de James Corden, en el que participaban varias estrellas, entre ellas Julia Roberts. Madre e hijo no perdieron la oportunidad de fotografiarse con la actriz, que después del encuentro publicó en su perfil de la misma red social: «Mi nuevo amigo… Aquaman».
Fue a su madre a quien desveló su amor platónico. «Mami, quiero a esa chica», decía un Momoa de ocho años señalando al televisor, donde veía a Lisa Bonet, con 20 años, en La hora de Bill Cosby. Su deseo se cumplió en 2005. Ambos se conocieron en un club de jazz a través de unos amigos en común e inmediatamente saltaron chispas. Momoa no desveló su amor infantil a Bonet hasta que tuvieron hijos: Lola Iolani, de 12 años, y Nakoa-Wolf, de 10.
La pareja contrajo matrimonio en una boda secreta en 2017. Bonet ya venía de una relación anterior con el cantante Lenny Kravitz, con quien tuvo a Zoë, de 30 años, y del que se divorció en 1993. Pero la relación entre el nuevo matrimonio y el exmarido de la actriz es bastante buena, según desveló Kravitz a The Times. Ambas familias guardan una gran amistad, la cual demuestran en redes sociales. El cantante decía esto de Momoa: «Es como un hermano para mí».
Por otro lado, el actor aprovecha su fama para ayudar en causas benéficas, sobre todo en lo que respecta al medioambiente. El pasado mes de abril publicó un vídeo en su canal de YouTube, titulado Adiós Khal Drogo, en el que se afeita la barba para fomentar el reciclaje entre sus seguidores: «Hagamos un cambio positivo por la salud de nuestro planeta». Una de sus últimas causas solidarias ha implicado a España. Momoa ha mostrado su oposición a la construcción de un telescopio de 30 metros de altura en Mauna Kea, un volcán inactivo de Hawái. Durante sus vacaciones este verano en Mallorca, sugirió en sus redes sociales que dicho instrumento se construyera en Canarias.
Momoa tiene un lado sensible, aunque siga protagonizando papeles de tipos duros. Está deseoso de probar con otros personajes que destaquen por su aspecto emocional. Algo difícil para un intérprete que es más alto que sus guardaespaldas. Él se defiende: «Tan solo soy un actor más grandullón de lo normal».