La Iglesia Católica llamó este domingo a los cristianos a defender la institución del matrimonio, al ser un sacramento de amor entregado por Dios para que hombre y mujer puedan vivir en comunión con ternura, amor y fidelidad, sin que ninguna ley pueda atentar a su estabilidad.
Recientemente la Cámara de Diputados aprobó una reforma a la Ley del Notariado, reduciendo el plazo de 90 días a cinco para confirmar el deseo de divorcio y que el Notario pueda enviar documentación protocolizada para que el Servicio de Registro Cívico (Serecí) proceda a la cancelación definitiva de la partida matrimonial.
En su homilía dominical, el Arzobispo de Santa Cruz monseñor Sergio Gualberti, dijo que el matrimonio es la unión por toda la vida que “ninguna institución, ni ley puede atribuirse el derecho de romper, porque el plan de Dios no cambia según la moda, las circunstancias y el tiempo. Jesús reconoce al matrimonio como símbolo de la alianza inquebrantable de Dios con su pueblo, una alianza que ni siquiera las infidelidades humanas han podido romper”.
Indicó que el matrimonio es la base fundamental de la comunidad eclesial y de la sociedad, y por eso el divorcio no es el plan originario de Dios y “nada ni nadie, ni siquiera la Iglesia puede modificarlo”, pese a que siempre se presentaron dificultades como las infidelidades, machismo, alcoholismo e incompatibilidad de caracteres.
Observa que esos peligros que han sido y siguen siendo causa de separaciones y divorcios; sin embargo ahora se suman los ataques de corrientes de pensamiento, que bajo el pretexto de la modernidad y de la libertad individual, hieren la propia naturaleza y los mismos fundamentos antropológicos del matrimonio y la familia.
Recordó que ya en varios países han logrado imponer leyes que equiparan uniones de personas del mismo sexo, con el matrimonio heterosexual, que reconocen la ideología de género, según la cual cada persona, puede escoger su orientación sexual, independientemente de las diferencias das por la naturaleza humana al momento de nacer.
Monseñor Gualberti sostuvo que si eso fuera poco, estas mismas corrientes están imponiendo ahora la ideología del sexo indefinido, o sea, que una persona puede no reconocerse ni como hombre ni como mujer. No se define nada, indicó.
Dijo que ante este escenario desafiante, los matrimonios cristianos con el apoyo de toda la comunidad y por supuesto de Dios, están llamados a dar testimonio cotidiano del valor y de la belleza de este sacramento, conforme a los fundamentos de la naturaleza humana y de la ley de Dios, salvaguardando de esta manera no solo la unión entre esposos, sino a la familia y a la misma sociedad.
Manifestó que el hombre es una obra creada por Dios y para que no se quede solo, le proporcione la pareja para una ayuda adecuada, haciéndolo partícipe en su vida y diferente con relación a los demás seres humanos.
Dijo que Dios considera que el hombre y la mujer gozan de iguales grandezas, dignidad y derechos para que se complementen, se realicen y se enriquezcan recíprocamente como pareja para la procreación como una obra de Dios.