En una combinación sin precedentes de tradición y tecnología, el Vaticano ha transformado la Capilla Sixtina en una fortaleza digital para garantizar el secreto absoluto del cónclave que comenzará el 7 de mayo de 2025. Este evento, destinado a elegir al sucesor del papa Francisco, fallecido el 21 de abril, contará con la participación de 133 cardenales menores de 80 años con derecho a voto.
Para preservar la confidencialidad del proceso, se han implementado medidas de seguridad de última generación. Entre ellas, destacan bloqueadores de señales que impiden cualquier conexión WiFi, Bluetooth o móvil dentro del recinto, láminas anti-drones y anti-láser en los ventanales, y barridos exhaustivos para detectar micrófonos ocultos. Además, se ha prohibido el uso de dispositivos electrónicos por parte de los cardenales, y los sistemas informáticos estarán completamente desconectados de Internet.
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La Santa Sede ha contado con la colaboración de empresas y agencias especializadas en ciberseguridad, como Cip del Reino Unido, Radure de Israel y la Agencia Nacional de Ciberseguridad de Italia. Estas entidades han proporcionado soporte técnico y monitoreo constante para prevenir cualquier intento de espionaje o filtración de información durante el cónclave.
Además de las medidas tecnológicas, se han tomado precauciones físicas para asegurar el aislamiento de los cardenales. La Capilla Sixtina ha sido cerrada al público desde el lunes anterior, y se han instalado mesas y bancas bajo la mirada del Juicio Universal de Miguel Ángel. También se han programado pruebas para verificar el correcto funcionamiento de la chimenea que emitirá el humo negro o blanco, señalando si se ha alcanzado un consenso en la elección del nuevo pontífice.
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La elección del nuevo papa se llevará a cabo bajo un estricto secreto, con los cardenales completamente incomunicados durante todo el proceso. Las votaciones se realizarán en sesiones de mañana y tarde, y se requerirá una mayoría de dos tercios (al menos 89 votos) para que la elección sea válida. Si en tres días no se alcanza el consenso, se tomará una jornada de oración y reflexión antes de continuar con las votaciones.
Este cónclave representa un momento crucial para la Iglesia Católica, que busca continuar el legado del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, quien lideró la Iglesia durante 12 años. La combinación de medidas tradicionales y tecnológicas refleja el compromiso del Vaticano por preservar la solemnidad y el secreto de este proceso milenario en la era digital.

