En un nuevo capítulo de la creciente tensión comercial entre las dos mayores economías del mundo, China anunció que impondrá aranceles del 34% a todas las importaciones provenientes de Estados Unidos a partir del 10 de abril. Esta medida surge como represalia directa a los gravámenes impuestos por la administración de Donald Trump, que recientemente elevó los aranceles a productos chinos en un intento por equilibrar la balanza comercial.
El Ministerio de Comercio chino también reveló que implementará restricciones a la exportación de siete elementos de tierras raras, esenciales para industrias como la electrónica y la aeroespacial. Entre estos materiales se encuentran el gadolinio, utilizado en resonancias magnéticas, y el itrio, clave en productos de consumo masivo. Estas acciones buscan proteger los intereses nacionales y responder a lo que Pekín considera «intimidación unilateral» por parte de Washington.
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El impacto de estas decisiones ya se siente en los mercados globales. Las bolsas europeas registraron caídas significativas, con descensos de hasta el 7% en Milán y más del 5% en Madrid. En paralelo, los futuros de Wall Street y el precio del petróleo también experimentaron retrocesos notables, reflejando la incertidumbre que genera esta escalada en la guerra commercial.
Desde el lado estadounidense, la respuesta no se ha hecho esperar. Grupos industriales y asociaciones comerciales han criticado duramente las medidas de Trump, advirtiendo que los nuevos aranceles podrían encarecer productos esenciales y afectar a los consumidores. Por su parte, China ha señalado que llevará el caso ante la Organización Mundial del Comercio, buscando una resolución que respalde sus derechos comerciales.
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Analistas internacionales temen que esta confrontación pueda desencadenar una recesión global, dado el peso de ambas economías en el comercio mundial. Además, el aumento de precios en bienes importados podría agravar la inflación en Estados Unidos, complicando aún más el panorama económico para los consumidores.
Con el 10 de abril como fecha clave, el mundo observa con atención los próximos movimientos de ambas potencias. Mientras tanto, la incertidumbre reina en los mercados y en las relaciones internacionales, marcando un punto álgido en la ya tensa relación entre Washington y Pekín.

