Han pasado casi dos días desde el mortal aluvión que recorrió las calles del sector La Gasca, al centro norte de Quito, capital de Ecuador. Desde que sucedió la tragedia, las labores de búsqueda y limpieza no han parado. La cifra de fallecidos incrementa, mientras que la de desaparecidos disminuye. El último reporte de las autoridades indica que al menos 24 personas murieron arrastradas por la masa de lodo, agua y escombros. Hasta el momento hay 48 heridos y 12 alertas de desaparecidos.
Al menos un contingente de más de 2.000 personas se ha movilizado para ayudar a los vecinos del sector. Solo entre los miembros de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas hay alrededor de 850 uniformados que limpian, con palas metálicas e incluso con sus propias manos, el lodo de las calles y veredas. Los habitantes del sector no han parado de buscar a los suyos. Algunos perdieron todo.
Un aluvión de tal magnitud no se había registrado desde 1975. Sin embargo, el suceso del 31 de enero de 2022 es el desastre más mortal que ha vivido la ciudad que crece en las faldas del volcán Guagua Pichincha.
La tarde del 31 de enero, mientras llovía, en una cancha de La Comuna, un barrio ubicado en el sector La Gasca, alrededor de 50 personas veían la final del campeonato barrial de ecuavoley –la versión ecuatoriana del voleibol–. No tuvieron tiempo de correr cuando un estruendo les advirtió que una corriente de lodo y escombros se acercaba velozmente hacia ellos. De la cancha, que había sido el lugar de encuentro y diversión del barrio, solo queda un graderío.
Algunos se salvaron de milagro, pero lo perdieron todo, como el caso de Lorena Bosquez y Lisbeth Chalco, quienes contaron su historia al medio GK. Ambas se quedaron en la calle. De sus hogares no hay rastro, salvo algunas paredes. Están vivas, pero en medio de la nada.
Los que se salvaron y veían atónitos el desastre desde sus viviendas recuerdan a los vecinos a los que no pudieron ayudar. Una mujer que habita en el lugar cuenta cómo vio que la corriente arrastraba a una joven, que desesperada pedía una soga para salir del aluvión. La mujer no pudo ayudarla y solo lograba decirle que se sujete de algún árbol. A dos días de la tragedia, la mujer no sabe qué sucedió con la joven.
Los escombros, según el cuerpo de bomberos, han alcanzado incluso los dos metros de altura. Entre un caos de lodo, árboles, estructura y vehículos se han encontrado los cuerpos de quienes antes vivían en la zona, incluso el cuerpo de un niño fue rescatado de entre unos vehículos que fueron arrastrados por el aluvión.
Ante la tragedia los quiteños se movilizaron para atender a las víctimas. Las acciones han sido parte del trabajo gubernamental, pero también han sido esfuerzos particulares, de organizaciones de la sociedad civil y de ciudadanos a título personal. Incluso, desde Guayaquil, la alcaldía envió víveres y vituallas para atender a los damnificados. Los locales comerciales han llevado comida para los rescatistas, mientras que los ciudadanos llevan frazadas, comida y ropa a los centros de acopio.
El aluvión, sus víctimas y sus daños han conmocionado a la capital del Ecuador. El alcalde de Quito, Santiago Guarderas, ha declarado tres días de luto en la ciudad. Las banderas de todas las dependencias municipales flamearán a media asta.