La madrugada del jueves, la policía turca dispersó con gas lacrimógeno, proyectiles de plástico y cañones de agua a estudiantes que protestaban en Ankara, la capital de Turquía. Las manifestaciones, que se han extendido por varias ciudades, estallaron tras el arresto de Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul y principal rival político del presidente Recep Tayyip Erdogan. Imamoglu fue detenido bajo cargos de corrupción y presuntos vínculos con el terrorismo, acusaciones que muchos consideran políticamente motivadas.
A tempranas horas de este jueves, varios grupos de estudiantes intentaron marchar y se reunieron para leer un comunicado cerca de las puertas de la Universidad Técnica de Oriente Medio en Ankara. Fueron recibidos por fuerzas de seguridad que emplearon gas lacrimógeno, cañones de agua y proyectiles de plástico. Se produjo un enfrentamiento en el que los estudiantes se refugiaron detrás de una barricada hecha de contenedores de basura.
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Las protestas han resultado en más de 1.400 detenciones en los primeros seis días, según informó el ministro del Interior. Las manifestaciones se han extendido por las principales ciudades, incluyendo mítines organizados por la oposición frente al ayuntamiento de Estambul. Otras grandes protestas se han llevado a cabo en los distritos de Kadikoy y Sisli de Estambul en los últimos días.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la represión de las manifestaciones y la detención de figuras políticas de la oposición. Organizaciones de derechos humanos han denunciado el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades turcas y han instado al gobierno a respetar los derechos de reunión y expresión.
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Mientras tanto, el líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), Özgür Özel, ha anunciado que Imamoglu será el candidato presidencial del CHP, incluso si permanece en prisión. El partido ha iniciado una campaña nacional para recolectar firmas exigiendo su liberación y la convocatoria de elecciones anticipadas.
La situación en Turquía sigue siendo tensa, con estudiantes y ciudadanos prometiendo continuar las protestas a pesar de la creciente represión. La comunidad internacional observa de cerca los acontecimientos, preocupada por el estado de la democracia y los derechos humanos en el país.