Bagdad, 25 ene (AFP).- Tres manifestantes hostiles al régimen iraquí fueron abatidos el sábado en Bagdad y en el sur del país, durante unos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que intervinieron para desalojar los campamentos levantados por el movimiento de protesta.
La víspera, el poderoso líder chiita Moqtada Sadr anunció que dejaba de apoyar a los manifestantes, lo que hizo temer que esto diera alas al poder para aumentar la represión del movimiento, que estalló el 1 de octubre para reclamar reformas profundas en el país.
El sábado, las fuerzas de seguridad intervinieron en las calles y plazas ocupadas por los manifestantes, abriendo fuego y lanzando gases lacrimógenos, sobre todo en Bagdad, donde dispersaron varias sentadas.
Un manifestante murió al ser alcanzado por un disparo y más de 40 resultaron heridos en la capital, según una fuente médica. Otros dos manifestantes murieron y una veintena fueron heridos en Nasiriya, en el sur de Irak.
En Bagdad, un periodista de la AFP vio a miembros de las fuerzas de seguridad, armados con porras, persiguiendo a los manifestantes. Un médico afirmó haber visto a la policía antidisturbios quemando las carpas de clínicas de campaña, dispuestas para atender a los manifestantes heridos.
Por su parte, el mando militar de la capital anunció que tomó el control del puente Al Ahrar, que cruza el Tigris y conecta el este con el oeste de Bagdad, donde se halla la Zona Verde, que alberga instituciones y la embajada estadounidense, en medio de altas medidas de seguridad.
Asimismo, el mando militar dispersó a los manifestantes de la plaza Tayaran, en el centro de la ciudad.
Sin embargo, los agentes no intervinieron en la sentada de la plaza Tahrir, la más importante, vigilada por jóvenes manifestantes equipados con escudos metálicos con la inscripción «Brigada de Protección de Tahrir».
– Sadr retira su apoyo –
En esa plaza hubo manifestantes que desmontaron sus tiendas, constató un fotógrafo de la AFP. Muchos de ellos son vecinos de Sadr City, el bastión de Bagdad de Moqtada Sadr.
Los manifestantes antigubernamentales, que en las últimas semanas se vieron eclipsados por el aumento de las tensiones entre Washington y Teherán, temen que el hecho de que Moqtada Sadr -un político muy influyente- haya retirado su apoyo acabe debilitando su movimiento, que reclama elecciones anticipadas, un primer ministro independiente y el fin de la corrupción y del clientelismo.
Un manifestante acusó al líder chiita de haberle abierto la puerta a la represión.
«Cuando tus simpatizantes empezaron a irse, la policía antidisturbios llegó a las 03H00 de la mañana y tomó el control del puente Al Ahrar. ¿Por qué?», espetó.
El líder chiita, que está al frente del mayor bloque del Parlamento y que controla varios ministerios ocupados por sus aliados, había apoyado la contestación desde sus inicios.
Pero el viernes anunció en Twitter que dejaba de implicarse en el movimiento, después de que miles de sus simpatizantes se hubieran concentrado en Bagdad reclamando la partida de los 5.200 estadounidenses desplegados en Irak.
El sentimiento antiestadounidense cobró fuerza en el país desde que un dron de Estados Unidos matara, el 3 de enero en Bagdad, al general Qasem Soleimani, emisario de Irán en Irak, y a Abu Mahdi al Muhandis, su socio iraquí.
Por otro lado, en la ciudad portuaria de Basora, en el sur, las fuerzas de seguridad también dispersaron un campamento de los manifestantes. Quemaron sus tiendas y los trabajadores municipales limpiaron la plaza, observó un periodista de la AFP. Horas después, sin embargo, los manifestantes regresaron al lugar, y estallaron los choques con la policía.
En las ciudades de Hilla, Diwaniya, Kut y Amara, corresponsales de la AFP vieron a manifestantes desmontando sus carpas.
Hasta la fecha, el movimiento de protesta, espontáneo, se ha cobrado la vida de al menos 470 personas, la mayoría manifestantes, muchos de ellos víctimas de intimidaciones, asesinatos y secuestros.