Nueva Zelanda, 13 Dic. 2019 (LA VANGUARDIA).- Nueva Zelanda necesita piel humana. Concretamente, 120 metros cuadrados de este tejido, que es la cantidad solicitada a Estados Unidos para tratar a los pacientes gravemente quemados durante la erupción volcánica que el pasado lunes sorprendió a medio centenar de turistas en la isla Blanca. La magnitud del pedido da una idea de la extrema situación a la que se enfrentan los doctores para tratar a las víctimas.
De las 47 personas que había en el lugar en el momento de la erupción, dos continúan en la isla, se cree que muertas, otras 14 fallecieron y 31 más se encuentran en cuidados intensivos, incluidas 22 que permanecen en estado crítico. Esta madrugada un equipo de rescate recuperó seis cadáveres de los ocho turistas que no pudieron huir tras la explosión. Los dos restantes no han sido encontrados. «La naturaleza de las quemaduras sufridas es complicada por los gases y químicos de la erupción. Por ello necesitan un tratamiento más rápido que en el caso de las quemaduras sólo térmicas», explicó ayer Peter Watson, director médico del distrito de Manukau.
Los hospitales necesitan 120 metros cuadrados de piel para tratar a 22 quemados en estado crítico
La piel es el órgano más grande del ser humano, y el cuerpo de un adulto medio cuenta con unos dos metros cuadrados. En caso de quemadura, los médicos tratan de recurrir a la piel de otras partes (como el muslo) para utilizarla como un «apósito natural» con el que ayudar a la curación o, si no es posible, echan mano del tejido almacenado en las unidades de quemados de los hospitales.
Pero la erupción del lunes dejó tantas víctimas de golpe y en tan mal estado,varios de ellos presentan hasta un 90% de la piel quemada, que el país oceánico ha optado por importar piel de EE.UU. para hacer frente a la inesperada demanda. «Este número de quemaduras a la vez es definitivamente algo sin precedentes en Nueva Zelanda, y tampoco en la mayoría de los países del mundo. Son, afortunadamente, sucesos extraños», subrayó John Kenealy, jefe de cirugía del hospital de Middlemore, en Auckland.
Mientras, las autoridades centran sus esfuerzos en la recuperación de los ocho cadáveres que se cree que hay en la isla. Después de varios días posponiendo la operación dado lo inestable de la situación, el volcán sigue arrojando vapor, y se estima que hay entre un 40% y un 60% de posibilidades de una nueva erupción, está previsto que hoy viernes un equipo de ocho militares ejecute una peligrosa misión de rescate para tratar de devolver los cuerpos a sus familiares.
Por ahora, los uniformados conocen el paradero de seis de ellos. Sin embargo, los otros dos no han podido ser localizados a pesar del uso de drones de reconocimiento y otros equipos de búsqueda. Está previsto que, dados los peligros existentes, se ejecute la operación con la mayor celeridad posible, por lo que se corre el riesgo de no tener suficiente tiempo para recoger las evidencias necesarias que permitan identificar apropiadamente el cuerpo.
Aun así, se decidió seguir adelante dada la creciente frustración expresada por los familiares de los desaparecidos por la tardanza. «Hay una creciente sensación de desesperación por traer a casa a los que amamos», resumió Judy Turner, alcaldesa de Whakatane, una población cercana al volcán.