Manhattan, 16 Agosto (EL PAÍS).- Los resultados oficiales de la autopsia a Jeffrey Epstein, el financiero acusado de tráfico sexual que fue hallado muerto el pasado sábado en su celda de una prisión de alta seguridad de Manhattan, confirman que la causa de su muerte fue un suicidio por ahorcamiento. Así lo ha revelado este viernes, seis días después del fallecimiento, la oficina forense.
El cuerpo de Epstein, de 66 años, fue hallado hacia las 6:30 del sábado 10 de agosto durante la ronda matinal de los funcionarios de la prisión. Estaba tendido en el suelo, con una sábana atada al cuello que colgaba de una litera de la celda. La del suicidio fue desde el primer momento la principal hipótesis de los investigadores. Pero, dado que Epstein mantuvo estrechas relaciones con personas poderosas que podrían resultar salpicadas por la investigación sobre su supuesta red de tráfico sexual, pronto empezaron a circular teorías conspiratorias, de las que se hizo eco el propio presidente Trump. Las irregularidades en la custodia del preso, que fueron revelándose en los días posteriores, no hicieron sino alimentar esas hipótesis carentes de base factual.
La autopsia fue realizada el domingo por la noche, pero la forense jefa de la ciudad, Barbara Sampson, dijo entonces que necesitaba más información antes de alcanzar una conclusión definitiva. Reveló también que asistió a la autopsia el popular forense Michael Baden, en calidad de expero privado pagado por la defensa de Epstein.
Nada se supo de sus resultados hasta que, el jueves, varios medios publicaron que el fallecido presentaba huesos rotos en el cuello, entre ellos el hioides. La fractura de dicho hueso, según diversos expertos citados por los periódicos, suele indicar muerte por estrangulamiento, pero también puede producirse por ahorcamiento en los varones, sobre todo si la persona es de una edad avanzada. El mismo jueves, la Sampson publicó un comunicado en respuesta a dichas informaciones. «En toda investigación forense, toda la información debe ser sintetizada para determinar la causa y forma de la muerte. Todo debe ser coherente; ningún hallazgo individual puede ser evaluado en el vacío», dijo.
Acusado de delitos federales de tráfico sexual, Epstein esperaba su juicio en una «unidad de alojamiento especial» del Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, una prisión de alta seguridad en el sur de Manhattan a la que fue trasladado tras su arresto en un aeropuerto de Nueva Jersey el 6 de julio. El 23 de julio, seis días después de que se le denegara la posibilidad de fianza, el financiero intentó quitarse la vida, tras lo que se le aplicó el protocolo de prevención de suicido.
A Epstein se le retiró de dicho programa a los pocos días, y se establecieron unas medidas menos severas, que incluían la necesidad de que compartiera celda con otro recluso y la preceptiva vigilancia del preso cada media hora por los funcionarios de prisiones. Pero ninguna de estas prevenciones se llevaron a cabo en la noche previa a su muerte, lo que ha desencadenado cuatro investigaciones federales para esclarecer lo ocurrido y ha provocado duras críticas al Departamento de Justicia. El fiscal general, William Barr, reconoció que se habían producido «graves irregularidades» en la custodia de uno de los presos de más alto perfil del país.
La fiscalía acusaba a Epstein de haber captado a principios de la década pasada a docenas de chicas menores de edad para tener relaciones sexuales reiteradamente en sus mansiones de Nueva York y Palm Beach (Florida). Él se había declarado no culpable. Pero en 2008, se declaró culpable en Florida de una serie cargos de prostitución, en un acuerdo prejudicial con los fiscales por el que aceptó cumplir 13 meses de cárcel. Epstein era un millonario de altos vuelos que presumía de sus estrechas relaciones con figuras políticas como el expresidente demócrata Bill Clinton y el presidente Donald Trump, así como el príncipe Andrés de Inglaterra, hijo de Isabel II.