Washington, 15 may (EL PAÍS).- La tensión entre Irán y Estados Unidos aumenta con el paso de los días. Al envío de un nuevo buque de guerra por parte de Washington el pasado viernes se sumaron esta semana los dimes y diretes sobre un posible despliegue militar suficientes para encender las alarmas. El lunes por la noche The New York Times publicó que el Pentágono había discutido ya un plan que contemplaba el envío de hasta 120.000 efectivos a Oriente Próximo si Irán llevaba a cabo algún ataque o aceleraba su desarrollo de armamento nuclear, lo que revertiría la tendencia de repliegue en la zona de los últimos años. Donald Trump lo desmintió el martes, aunque no con ánimo de rebajar la tensión. «Creo que es mentira, ¿de acuerdo? Ahora, ¿que si lo haría? Por supuesto, pero no lo hemos planeado. Y, si lo hiciéramos, enviaríamos muchas más tropas que esas», dijo el presidente a los reporteros en la Casa Blanca.
El artículo hablaba de una reunión mantenida la semana pasada para actualizar el plan militar sobre Irán a petición del consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, sin estar claro si Trump había sido ya informado de ello. Irán es una vieja obsesión de Bolton, a su vez, un viejo conocido de Washington, halcón de la era de George W. Bush durante la invasión de Irak. Los ecos de aquella guerra resuenan estos días en Estados Unidos.
Teherán, por su parte, juega con cerillas. El mes pasado amenazó con cerrar el estrecho de Ormuz, un canal esencial en el comercio global de petróleo, si Estados Unidos aplicaba más sanciones a su crudo (Washington levantó exenciones). A primeros de mayo, además, anunció que pensaba reducir sus compromisos con respecto al cumplimiento del pacto nuclear alcanzado en 2015 con seis potencias para congelar su programa atómico a cambio del freno a las sanciones.
Aunque Estados Unidos, promotor de aquel entendimiento, lo abandonó con la llegada de Trump al poder, el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China se mantienen en el pacto. El presidente, Hasan Rohaní, concretó que se ignorarían los límites a las reservas de uranio enriquecido y agua pesada mientras daba un plazo de 60 días a los citados países para que buscasen una fórmula a través de la cual Irán pudiese seguir con la venta de petróleo y realizar transacciones bancarias. La Unión Europea rechazó el ultimátum, pero la inestabilidad abre grietas entre los aliados. España ha decidido ya la retirada de la fragata Méndez Núñez del grupo de combate de EE UU en el golfo Pérsico.